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Historia de Luis Buñuel Portolés- Cineasta surrealista.

Luis Buñuel Portolés- virtuoso cineasta surrealista

Historia de un día como hoy, 29 de julio, pero hace 41 años, falleció el virtuoso cineasta surrealista, Luis Buñuel Portolés (1900-1983); quien además de legar una obra fílmica excepcional (sobresale su obra cumbre, “Los Olvidados”) a su genialidad artística se le suman otras importantes virtudes, como su congruencia ideológica, su sensatez y su magnífico sentido del humor.

Aunado a lo anterior, Luis Buñuel tuvo en vida un extraordinario don para hacerse querer por personajes relevantes que lo admiraron más allá del horizonte fílmico, como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, José Donoso, Gabriel García Márquez, Catherine Deneuve, Elena Poniatowska, María Félix, Silvia Pinal, Francisco Rabal, Alberto Gironella, José de la Colina, Luis Alcoriza o Gustavo Alatriste.

El Origen de un artista.

Primogénito de siete hermanos, de una familia solvente y conservadora de inicios del siglo XX, Luis Buñuel Portolés, nació el 22 de febrero de 1900, en el austero municipio de Calanda, comarca del Bajo Aragón, provincia de Teruel, España y dicho espacio lo marcó enormemente en su particular percepción artística.

De formación jesuita, la infancia y adolescencia de Luis Buñuel transcurrieron de modo apacible en la ciudad de Zaragoza, pero a los 17 años se trasladó a la capital española, específicamente a la histórica “Residencia de Estudiantes de Madrid”, para estudiar Ingeniería en Agronomía, carrera que pronto abandonó.

La “Residencia” fue un espacio definitivo y definitorio en la vida del futuro cineasta ya que entabló una compacta amistad, con jóvenes tan inquietos y creativos como el propio Buñuel, entre ellos destacaron Federico García Lorca, Salvador Dalí, Rafael Alberti y Juan Ramón Jiménez.

De esta manera, entre 1920 y 1924 y enmedio de un cúmulo de revelaciones de vida, Luis Buñuel estudió Entomología en el Museo de Historia Natural de Madrid; fundó el primer Cineclub universitario español; e hizo varias representaciones teatrales con sus compañeros de estudios de “La Residencia”.

En un primer momento, más cercano a la literatura que a la cinematografía, en 1922, el joven Buñuel publicó sus primeros trabajos literarios, que fueron poemas cercanos a la corriente ultraísta, que posicionó Rafael Cansinos y en 1924, se matriculó en el área de Filosofía y letras, con la especialidad de Historia.

Esta confluencia de saberes y de deseos de trascendencia, estimularon a Buñuel a cambiar de residencia e insertarse, en 1924, en el ambiente bohemio de la ciudad de París, Francia, para gestar un vínculo que, desde entonces hasta su muerte, fue inamovible con la cinematografía, al trabajar como asistente del director, Jean Epstein.

Precisamente, en la capital francesa, Buñuel se impregnó de la vida bohemia, “ad hoc” al ejercicio creativo de numerosos artistas y ahondó más en sus introyecciones surrealistas, como se verá en su primera cinta, “Un perro andaluz” (“Un chien andalou,” 1929) que realizó de manera conjunta con el genio surrealista, Salvador Dalí.

Pero más allá de su compromiso estético con la vanguardia surrealista, Luis Buñuel, también se caracterizó por asumir compromisos de vida al utilizar sus obras para denunciar las injusticias sociales prevalecientes, ya fuera desde la “Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios” o a través de obras fílmicas de carácter documental, como “Las Hurdes” / “Tierra sin pan” (1933).

La oportunidad que lo impulso.

Con el inicio de la guerra civil española, en 1936, Luis Buñuel se trasladó a Francia, por indicaciones del Ministro de Asuntos Exteriores, para coordinar misiones de propaganda y de apoyo a la causa republicana. En este contexto, tras la factible derrota de las fuerzas republicanas, decidió mudarse a Estados Unidos, en 1938, y pronto se instaló en Hollywood, como supervisor de películas que favorecían su causa.

En 1941, ya en el convulso contexto de la Segunda Guerra Mundial, Luis Buñuel se incorporó laboralmente, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), lugar en el que permaneció dos años, hasta que fue cesado y perseguido, tras la publicación de un libro biográfico de Salvador Dalí, en el que el destacado pintor tachó a Buñuel de comunista.

Con carencias económicas y boicoteado en Estados Unidos, Luis Buñuel se ocupó en trabajos irregulares y proyectos frustrados, hasta que, de manera fortuita, arribó a México, en 1946, para filmar “Gran Casino” (protagonizada por Jorge Negrete y Libertad Lamarque) y que fue un rotundo fracaso en taquilla.

Por dicho fracaso laboral, durante dos años, Luis Buñuel permaneció desempleado, hasta que, en 1949, gracias a la generosidad del gran actor mexicano, Fernando Soler (quien le cedió la dirección de la película) Buñuel gestó la divertida cinta, “El gran calavera”, que tuvo un notorio éxito.

Un año después, filmó “Los olvidados”, su máxima obra fílmica y que de inmediato padeció severas críticas e intentos de censura de importantes representantes del medio cinematográfico y de otros espacios culturales de nuestro país, pero que de manera hipócrita cambiaron de opinión, cuando Luis Buñuel ganó el premio a mejor dirección del Festival de Cine de Cannes, Francia en 1951.

Con este reconocimiento internacional y, como suele suceder en México, se revaloró a Buñuel y a su polémico filme, por lo que obtuvo once Arieles. Con el paso de los años, “Los Olvidados”, se convirtió en una de las películas más loables de toda la historia de la cinematografía mundial y desde esta condición, en el año 2003, la UNESCO la declaró “Memoria del Mundo”.

A partir de entonces, el cine de don Luis Buñuel (que constó de 32 filmes) transitó en dos etapas notables, en un primer momento en la cinematografía mexicana y años después en la francesa y ya fuera en uno u otro país, Buñuel edificó un auténtico “cine de autor”, al exponer, de manera rotunda, su particular narrativa y contenidos fílmicos.

En este derrotero, la mayoría de las veces, sus cintas fueron polémicas, irreverentes y provocadoras, pero en todos los casos, poseen un hondo valor artístico, desde su “opera prima”, “Un perro andaluz” (“Un chien andalou”) hasta la última película que dirigió, “Ese oscuro objeto del deseo” (“Cet obscur objet du désir”, 1977).

Aquí lo que resulta interesante y sugerente, en la propuesta cinematográfica de Luis Buñuel, es que su enorme talento logró abrir al cine mexicano a nuevas temáticas alejadas de los discursos predominantes, focalizados en películas rurales con mensajes moralinos. E incluso su perspectiva surrealista en las películas que gestó, también sacudió al cine internacional.

Y es que en el cine de Buñuel se funden distintos tipos de lenguajes y confluyen diversos discursos y esto es importante de destacar, ya que se debe puntualizar que no es suficiente valorar el cine por el tipo de historia o ficción temática que produce, sino también por los referentes de la realidad a los que alude.

Esta es una tarea que se debe hacer con cuidado ya que se puede caer en la premisa que a través del cine, de manera directa, “habla” la sociedad de una época determinada y esto no es así y mucho menos con un director tan provocador como Buñuel, quien asumió el cine como una forma lúdica, imaginativa y artística de expresar sus ideas sobre la condición humana: el deseo, la libertad, la sexualidad, la hipocresía, las instituciones fallidas, etcétera

Por lo antes expuesto, volver a la magna obra cinematográfica de Luis Buñuel, nos permite rastrear numerosas facetas y códigos valorativos de las sociedades de los países en los que le tocó vivir; o examinar numerosos elementos de análisis en sus diversos filmes; pero también nos alienta a recuperar a uno de los artistas más brillantes de la pasada centuria y, que hoy en día, permanece vigente…

Imagen: Catherine Deneuve y Luis Buñuel, durante la filmación de la cinta, “Bella de día” (Dir. 1967). Fotografía: Manuel Litran.

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Dr. Jorge Alberto Rivero Mora

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