El día 29 de junio se cumplieron 51 años del fallecimiento de Germán Cipriano Teodoro Gómez Valdés y Castillo, el inolvidable Germán Valdés “Tin Tan” (1915-1973), uno de los más talentosos y queridos personajes de la pasada centuria, quien murió en la Ciudad de México, a la prematura edad de 57 años, durante el gobierno del polémico presidente, Luis Echeverría.
Curiosamente con el paso de los años, si hay un artista en nuestro país que se ha vuelto más vigente por su humor y sentido lúdico de apreciar la vida, es precisamente “Tin Tan”, cuyo personaje también se desdobla en un vasto legado cultural, cinematográfico lingüístico, musical, identitario, semiológico y visual.
Y es que desde 1943, año de su irrupción en el medio artístico nacional, al lado del virtuoso Marcelo Chávez, su inolvidable “carnal”, Germán Valdés se consolidó como una figura de fama nacional y resonancia internacional “Tin Tan” es uno de los personajes más queridos de la cultura popular, cuya excepcional -aunque también irregular- carrera, nos permite reflexionar en torno al éxito, declive, olvido y reivindicación de una de las más fulgurantes estrellas del cine mexicano.
La trayectoria de todo artista se asocia indudablemente a su vida personal y curiosamente en el caso de Germán Valdés no hay una distancia insalvable entre la figura pública y el ser humano bondadoso y divertido que siempre fue. Es decir, Valdés, a la par que se desenvolvió en múltiples actividades laborales (como electricista, locutor radial, maestro de ceremonias, cantante, compositor, director, productor de cine, empresario, bailarín, coreógrafo y actor de doblaje); también se distinguió como un generoso hijo, padre, hermano, compañero de trabajo y amigo.
Aunado a lo anterior y por la peculiar simbiosis que alienta la cinematografía entre los artistas y su público, para muchos de nosotros “Tin Tan” tiene una gran repercusión en nuestras vidas. En mi caso, desde mi infancia tuve una enorme simpatía, admiración y curiosidad por esta luminaria, sin saber que, décadas después, realizaría una tesis doctoral sobre su relevancia artística y posicionar así, a un personaje muy significativo de la cultura popular en el ámbito académico y que en aquellos años se resistía (y lamentablemente en algunos espacios todavia se discrimina) a estos temas.
“Tin Tan” construyó mejor que nadie un particular discurso con rasgos que el propio artista encarnó, como el sincretismo cultural (que se evidenció en su identidad, moda y lenguaje) y, destaco sobre todo, en una muy valorable actitud lúdica (relajienta y picaresca) que resultó muy irreverente a los valores tradicionales y a las instituciones del Estado de la segunda mitad del siglo XX y que escandalizó lo mismo a intelectuales, académicos y a los sectores de derecha de aquellos años.
Así, a lo largo de 40 años de carrera artística (si nos remontamos a sus orígenes en la estación de radio XEJ, de Ciudad Juárez, Chih., hasta sus últimas presentaciones en teatros y carpas en 1973, Tin Tan tuvo sus momentos de auge y declive, pero su momento de mayor esplendor lo alcanzó con el excelente cineasta, Gilberto Martínez Solares, quien entendió mejor que nadie la genialidad del cómico y al lado de un excepcional equipo fílmico (el carnal Marcelo Chávez, Fanny Kauffman Vitola, René Ruiz Tun Tun, Wolf Ruvinskis, Juan García El Peralvillo, Tito Novaro, Ramón Valdés, Joaquín García Borolas y José Ortega El sapo) gestaron verdaderos clásicos de nuestra cinematografía como Calabacitas tiernas (1948); El rey del barrio (1949); o El revoltoso (1951).
Por lo tanto, a 51 años de de su fallecimiento, me parece muy injusto encasillar a “Tin Tan” con el pachuco de sus inicios, con Humberto Gómez Landero, porque fue eso y mucho más, fue también un muy divertido pícaro urbano y, posteriormente, un parodiador de todo lo parodiable; “cantaor” español, pintor francés de brocha gorda, maestro de música italiano, contador de cuentos árabe, káiser alemán, zar ruso, marinero, Vizconde de Texmelucan, “ratero sonso”, gánster, “revoltoso” citadino, “hombre mosca”, boxeador, luchador, peluquero, fotógrafo, beisbolista, futbolista, ciclista, “fósil” universitario, empresario musical, indígena, cavernícola, mosquetero, vaquero, pirata, nevero, panadero, profesor, aristócrata, vagabundo, mariachi, charro, carpero y un largo etcétera).
Desafortunadamente, la voracidad de los productores cinematográficos para amasar grandes fortuna (incluido el propio Germán Valdés “Tin Tan” que tenía su propia empresa fílmica); así como la errática toma de decisiones del actor, que derivó en una pésima administración de su carrera, ocasionó que su muy popular personaje cinematográfico, se desgatara notablemente y con ello se dio el inevitable declive artístico del otrora novedoso actor cómico.
Por lo anterior, desde finales de los años cincuenta, la fama y el protagonismo de “Tin Tan” en la pantalla grande, se desvanecieron notoriamente, por lo que el cómico terminó su carrera artística como patiño en películas mediocres y con papeles muy menores a su grandes condiciones artísticas, al caracterizar roles que sólo servían para el lucimiento de nuevas estrellas de la pantalla (todo lo anterior en el contexto de una marcada crisis del cine nacional).
Su carrera artística de Germán Valdés fue muy irregular
Sin embargo, si bien la extensa carrera artística de Germán Valdés fue muy irregular y sus películas transitaron de la genialidad a la decadencia, su trabajo profesional fue siempre muy honesto y es que contrario a lo que muchos afirman, a “Tin Tan”, nunca le interesó revolucionar ni al cine mexicano, ni a la comicidad en nuestro país, sino que simplemente vivió su carrera artística como su propia existencia personal, es decir, como un espacio para gozar y divertirse.
Por lo tanto, ese sentido lúdico, relajiento y generoso de entender la vida, Germán Valdés lo trasladó a su propuesta artística y esto le permitió, sin proponérselo, romper paradigmas y gestarse como un actor innovador que sacudió a la solemne cinematografía de la época y por ello confrontó los absurdos esquemas moralistas, así como la inquisitorial censura de sectores conservadores que “pegaban el grito en el cielo” cuando “Tin Tan” interactuaba de manera gozosa con mujeres de extraordinaria belleza.
En su etapa de mayor popularidad (1943- 1955) “Tin Tan”, más que edificar a un personaje cinematográfico que se opusiera de manera consciente al cine dominante de la época (marcado por el melodrama moralizante, así como la censura al placer, en mi opinión, sólo ambicionó alargar su carrera artística lo más que pudo para divertirse, sostenerse económicamente y entretener a su vasto público y ahí radicó la clave de su éxito, pero también de su declive.
Afortunadamente, para los millones de admiradores que el actor cómico ha sumado con el paso de las décadas, “Tin Tan” fue un ser carismático, generoso, espontáneo, polifacético, anárquico, irresponsable y con momentos artísticos excepcionales, que nutrieron a la cultura popular mexicana en los distintos escenarios artísticos en los que mejor se desenvolvió: radio, cine, música, teatro, centro nocturno o como actor de doblaje.
En resumen, sirvan estas palabras para recordar a Tin Tan como un ser virtuoso, sencillo, alegre, divertido y espontáneo; como un ícono cultural con notable vigencia y múltiples lecturas (para muchos querido, para otros no tanto); muy generoso con su público y con sus compañeros de trabajo; tan o más vital que el simpático Oso Baloo de la película de Walt Disney “El libro de la selva” (1967) y quien hace poco más de medio siglo falleció tempranamente, pero que dejó para siempre un hueco imposible de llenar…
Imagen: Silvia Pinal y Germán Valdés “Tin Tan” en un “still” o foto fija de la película “El rey del barrio” (Dir. Gilberto Martínez Solares, 1949).
Véase Jorge Alberto Rivero Mora, “Wachando a Tin Tan. Análisis historiográfico de un personaje fílmico, México, Posgrado en Historiografía”, Tesis de Doctorado, UAM- Azcapotzalco, 2012.
http://posgradocsh.azc.uam.mx:8080/es/Historiografia/Wachando
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