Es importante y urgente desentrañar el supuesto éxito que logró México con convertirse en el principal exportador de la economía estadounidense. A lo largo de la semana fue la noticia que más publicaron los diarios mexicanos y algunos internacionales. ¿ Que nuestra fortaleza económica es semejante a la de China? O todo es un cuento chino. Que si no fuera cruel podría ser una buena broma.
Desafortunadamente el capitalismo a lo largo de su desarrollo en nuestro país, permitió que la llegada de la fase neoliberal encontrara un país en crisis en el momento en que el capital internacional estaba realizando una nueva fase de división del trabajo, que permitió reinsertar a nuestro país en las nuevas cadenas de suministro de la nueva fábrica mundial.
Hubieron condiciones que lo volvieron atractivo: la cercanía con el principal mercado de consumo del mundo; contar con mucha mano de obra barata y sin un sindicalismo fuerte; y la gran apertura económica que desmanteló prácticamente toda nuestra estructura arancelaria con la apertura económica de 1986, año en el que ingresamos al GATT, donde nos obligaba a igualar las condiciones de apertura que ofrecieran los países miembros.
Crearon las condiciones altamente atractivas para que México fuera receptor de grandes volúmenes de capital externo para instalarse en un país maquilador que le daba todas las condiciones para acumular ganancias y capital. Incluso los Presidentes y Gobernadores neolibetales competían para ver quien lograba atraer más inversiones extrajera otorgando facilidades fiscales, construyendo la infraestructura necesaria, ofreciendo un aparato estatal siempre a su servicio y todas las facilidades para producir y exportar “productos mexicanos” sin mayor problemas. Ahora resulta que exportamos automóviles, pantallas de última generación y partes tecnológicamente complejas de los suministros mundiales al mundo.
México sigue siendo un país dependiente y maquilador
Pero en realidad seguimos siendo un país dependiente, atrasado y maquilador. Con un alto porcentaje de su población en condiciones de pobreza y con una burguesía local parasitaría en alianza con estos capitales extranjeros que si son los “nuevos” mayores proveedores beneficiarios y socios de la economía del norte.
Haciendo un recorrido histórico por las etapas del desarrollo mexicano, encontramos que en los años 40’s del siglo pasado México exportaba principalmente productos agrícolas al mundo y consecuentemente a los Estados Unidos. Durante la etapa de la Segunda Guerra, Mexico elevó 5 veces las exportaciones, y una buena parte de lo exportado ya no era exclusivamente agrícola, la coyuntura de la guerra, había obligado a nuestros vecinos a enviar a combatir a su población obrera y a cerrar varias fábricas, ésto generó escasez de productos y permitió que empresas mexicanas pudieran aumentar su producción y cubrir parte de esos espacios, lo que dinamizó su producción interna.
Muchas fábricas mexicanas intensificaron su producción y aumentaron hasta tres turnos para aprovechar al máximo la coyuntura y crecieron su exportación. Al finalizar la guerra y volver a normalizarse las condiciones, cayeron las exportaciones mexicanas y crecieron las importaciones, debido a que muchos empresarios mexicanos con las ganancias obtenidas durante la guerra, salieron a comprar maquinaria y equipo para ampliar sus plantas industriales. Ésto generó una contradicción en el país. No podías frenar la sangría vía salida de capital por las importaciones de maquinaria y equipo, pero necesitabas los ingresos que se venías obteniendo vía exportación .
Esto permitió entender la necesidad del desarrollo industrial del país. En los años siguientes se puso como prioridad la necesaria industrialización del país. Se aplicaron leyes y decretos orientados al fomento de esta actividad. Lo que debemos resaltar es que en esta etapa de crecimiento hacia “adentro”, la proporción de los déficits de la balanza comercial entre exportaciones e importaciones, se mantuvo siempre como de 20% a favor de las exportaciones, es decir permanentemente deficitario. El objetivo era el crecimiento de la estructura industrial y del mercado interno.
El mercado externo no era una prioridad en esa etapa. Después de la crisis de 1982 y el cambio de política económica promovida por lo tecnócratas neoliberales, el comercio exterior y en particular las exportaciones; se convierten en el objetivo prácticamente único, el desarrollo nacional pasa a segundo término. Por eso la Apertura Externa (1986) y el TLCAN (1994) ocupan un lugar estelar.
A partir de entonces el crecimiento de las exportaciones alcanzan niveles espectaculares en monto y volúmenes. La etapa de crecimiento hacia afuera significa la hegemonía del gran capital internacional que toman a México como base las grandes cadenas de suministros de Estados Unidos, por todas las ventajas que significa nuestro país en cuanto a costos y distancias con el principal mercado de consumo mundial. El que el país abandonara el modelo proteccionista de economía cerrada y se diera una apertura externa, prácticamente total, con cero exigencias legales para que los capitales se instalaran en el país, dió como resultado que el ingreso de capitales creciera año con año en México.
El problema es que sólo somos prestanombres de muchos grandes consorcios y empresas extranjeras que usan nuestro país para establecer plantas que cumplen la función de ser parte del suministro mundial de la economía norteamericana. Muchas de esas empresas ni siquiera pagan impuestos en nuestro país, solo nos usan como armadores de procesos industriales (maquiladores)que se diseñan y planean en otras partes del mundo y de nosotros solo utilizan: la mano de obra adiestrada para tal efecto, barata con un sindicalismo subordinado y dócil; los beneficios de la logística y la distancia que bajan sus costos; y finalmente que se registran como productos nacionales mexicanos.
Eso hace que esos capitales extranjeros, asentados en territorio mexicano, realmente sean los que estén desplazando a los chinos y canadienses como los principales proveedores de la economía gringa. En consecuencia no hay mucho que festejar como los hicieron muchas notas de prensa mexicanas en la semana pasada. Lo que tenemos que hacer los mexicanos es construir un nuevo país con con un proyecto económico propio y no seguir viviendo de sueños.
velagj@economia.unam.mx
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