El Beisbol Mexicano esta de Luto.

El beisbol mexicano esta de Luto por el Fallecimiento de Fernando Valenzuela Anguamea.
El beisbol mexicano esta de Luto por el Fallecimiento de Fernando Valenzuela Anguamea.

El pasado 22 de octubre a escasos 10 días de su cumpleaños número 64, falleció el inolvidable Fernando Valenzuela Anguamea (1960- 2024), el mejor beisbolista mexicano de todos los tiempos, un auténtico ídolo deportivo y todo un referente generacional para quienes nos emocionamos de niños con sus proezas deportivas en el llamado «rey de los deportes».

Si bien era un tanto predecible su muerte por su muy delicado estado de salud debido a un deterioro hepático que lo fue disminuyendo considerablemente en los últimos meses, los medios de comunicación y las redes sociales se han convulsionado por el deceso del legendario beisbolista sonorense.

En lo personal, Fernando «el toro» Valenzuela (un apodo acorde a la dimensión de su figura) es mi ídolo desde la infancia ya que por sus múltiples hazañas nació mi gusto e interés por el béisbol; incluso me gustaba jugar de pitcher e imitar su mirada al cielo antes de cualquier lanzamiento aunque no tuviera buena dirección.

Como millones de aficionados en México y de la comunidad latina en Estados Unidos, me volví uno más de los fanáticos de los Dodgers de Los Ángeles y veía entusiasmado cada partido del «Toro” y que transmitía Televisa y de esta manera pude emocionarme con las narraciones épicas de los inolvidables cronistas, Pedro «Mago» Septién y Jorge «Sonny» Alarcón arropando a un muy joven Antonio de Valdés.

De mis recuerdos recupero sobre todo…

Al incomparable «Mago» Septién quién con mucha elegancia, cultura y un extraordinario poder didáctico para explicar las maravillas del béisbol, me fue adentrando a un deporte maravilloso justamente en la etapa de esplendor de Fernando Valenzuela y su inseparable número 34.

Y es que el regordete beisbolista a través de su mayúsculo carisma, su sobria personalidad, su sencillez dentro y fuera del diamante y sobre todo su enorme serenidad y calidad en el campo de juego (no sólo como pitcher sino como un excelente bateador), se convirtió en mi máximo ídolo deportivo.

Muchas veces la idolatría popular se puede medir en historias de perseverancia y de lucha en contra de las adversidades o en carreras fulgurantes y sí, Fernando Valenzuela tuvo eso y más, pero no sólo como referente deportivo sino también identitario de una históricamente golpeada comunidad latina de Los Ángeles, Ca., que años atrás había sido violentamente desalojada de los predios en los que se construyó el Dodger Stadium.

Existen numerosos ejemplos de ídolos deportivos que lamentablemente terminan su vida inmersos en excesos, escándalos y en el declive de su carrera y de su fortuna, pero Fernando Valenzuela nunca tuvo ese perfil ya que toda su vida se mantuvo inalterable siempre con su sencillez y serenidad acostumbradas.

Precisamente porque el «Toro» Valenzuela estuvo siempre consciente del enorme cariño de quienes lo admiramos y cuyo solo nombre evoca sus proezas como pitcher que cimentaron la llamada «Fernandomanía», un inédito fenómeno mediático de los años ochenta que sólo Valenzuela y nadie más pudo edificar.

No quiero detenerme en demasía en la historia peliculesca de sus orígenes familiares muy humildes que se ubican en una remota ranchería llamada Etchohuaquila, del municipio de Navojoa, Sonora un espacio rural donde el futuro ídolo nació el 1 de noviembre de 1960, en el contexto del gobierno de Adolfo López Mateos y al interior de una familia campesina encabezada por sus progenitores Avelino Valenzuela y Hermenegilda Anguamea, quienes procrearon a 12 hijos y entre ellos a una leyenda deportiva de América Latina.

Tampoco me detendré en la azarosa vida deportiva de Fernando Valenzuela, antes que literalmente lo «descubrieran» los caza talentos de los Dodgers, que derivaron en situaciones complicadas y estrecheces económicas por tantos cambios de residencia al jugar para varios equipos (los Mayos de Navojoa, Cafeteros de Tepic, Tuzos de Guanajuato y Leones de Yucatán).

Pero si me detengo en su temporada de ensueño, en 1981, en la que Fernando Valenzuela ganó todo: Premio «Cy Young» (como mejor pitcher de las grandes ligas), Novato del año, Líder de ponches, campeón de la Serie Mundial y pitcher ganador del 3er juego de la misma con un equipo de extraordinarios jugadores cuyos nombres se volvieron familiares para quienes seguimos con atención aquellos años de la «Fernandomanía»: Ron «el pingüino» Cey, Steve Garvey, Pedro Guerrero, Mike Scioscia, Dusty Baker… todos liderados por el simpático Tom Lasorda.

Así, durante una década con temporadas sobresalientes o menos afortunadas en su equipo icónico,

Los “Dodgers de Los Ángeles», con importantes logros deportivos como pitcher con más blanqueadas en 1981; su participación en seis juegos de Estrellas (en 1986, igualó el record de ponchar a cinco bateadores de manera consecutiva); fue el pitcher con más juegos ganados en la Liga Nacional (21) en 1986; líder con más juegos completos en una temporada (11 en 1981, 20 en 1986 y 12 en 1987) y su logro más recordado: lanzar un juego sin hit ni carrera, el 29 de junio de 1990.

Las lesiones disminuyeron su otrora poderío en el centro del diamante y eso derivó que de 1990 a 2004, cambiara a distintos equipos como Los ángeles de California, los Orioles de Baltimore, los Filis de Filadelfia y los Padres de San Diego en Estados Unidos; o los Naranjeros de Hermosillo, los Charros de Jalisco, Tigres de Quintana Roo, Venados de Mazatlán y Águilas de Mexicali, en suelo mexicano.

Posterior a su retiro, Fernando Valenzuela se mantuvo ligado al béisbol y en específico a su querido equipo los Dodgers de Los Ángeles, como comentarista de radio en español; integró el equipo de managers de la Selección de México en el Clásico Mundial de Béisbol en los años 2006, 2009 y 2013; y se convirtió en propietario de los Tigres de Quintana Roo, en 2017.

Asimismo, recibió numerosos reconocimientos en distintos espacios deportivos y siempre su personalidad seria y bonachona contrastó con el mundo glamoroso y mediatizado que siempre trató de eludir, pero además sobresalió de manera permanente su gran profesionalismo y liderazgo que fueron reconocidos por sus colegas e incluso sus adversarios deportivos.

No en balde es sintomático el llanto en la pantalla de televisión del casi siempre arrogante Hugo Sánchez, otro de los grandes referentes deportivos de nuestro país, al lamentar la muerte del inolvidable pitcher sonorense, porque Valenzuela se ganó con creces la admiración y para muchos de nosotros la idolatría por verlo siempre avante en el campo de juego pero también fuera de éste en los últimos años de su vida aún con las adversidades de salud a cuestas.

Sin embargo, la inoportuna muerte se cruzó en el camino de Fernando “Toro” Valenzuela,

El 22 de octubre de 2024 y esa fecha en la que el deporte mexicano se vistió de luto, de inmediato se comenzó a cincelar su leyenda y es entonces que las palabras proféticas que le dirigió Pedro “Mago” Septién, tras ganar el tercer juego de la Serie Mundial en 1981, son más que nunca vigentes: “Bravo por ti Fernando, eres en el béisbol: oro, mezquita, y basílica. Suena esto a mariachi, a jarabe, copal y cera, eres un jugador que tiene el pincel en la mano y la luz en el alma, nunca olvidaremos esto”.
https://youtu.be/LUPZ9z1GvsM?si=_DayT1t2qmK8GIfK

Descansa en paz mi admirado Fernando Valenzuela y muchas gracias por tantas alegrías…

Imagen: Fernando Valenzuela en el Dodger Stadium de Los Ángeles, California. Fotografía: Rick Stewart, 1985.


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