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La insuficiente proveeduría nacional en México


Por: Sergio O. Saldaña Zorrilla

La ausencia de suficientes productores industriales nacionales es otro gran reto para el gobierno entrante. Cuando analizamos, por ejemplo, el caso de la industria eléctrica, encontramos que existe un exceso de intermediarios y relativamente pocos fabricantes nacionales de maquinaria y equipo eléctrico, por lo que eliminar el rentismo importador en este sector es otra de las asignaturas pendientes. Si bien el fortalecimiento de la CFE y de PEMEX es una meta que se está alcanzando, aun así, tenemos que fortalecer las capacidades nacionales para construir toda la cadena productiva con fabricantes nacionales.

Tan solo en el sector eléctrico debe considerarse la creación de empresas públicas (o al menos mayoritariamente públicas) para la fabricación de turbinas, rotores, reactores nucleares, paneles solares, torres eólicas, bancos de baterías, líneas de transmisión aéreas, subterráneas y submarinas, elevadores de potencia, bancos de transformación, transformadores, entre otros, para reducir la dependencia tecnológica y la fuga de recursos nacionales por la importación de todos estos equipos, pues ello le representa a la CFE -y al ciudadano mexicano en última instancia- erogaciones de cientos de miles de millones de pesos al año que terminan en bolsillos extranjeros. Este mismo razonamiento debe extrapolarse para analizar cómo vamos a aprovechar el nearshoring, si nuestra cadena de proveeduría nacional es tan limitada y dependiente del exterior, con altos niveles de intermediarios y rentismo importador.

México no debe solamente aspirar a tener una economía desarrollada y con un alto nivel de equidad socioeconómica, sino además debe ambicionar convertirse en potencia mundial, lo cual, dado el tamaño de nuestra población, territorio y posición geográfica, ciertamente podemos lograr; y por ello mismo estamos obligados a perseguirlo.

Si la iniciativa privada mexicana es insuficiente para el tamaño de economía y país que tenemos, es el sector público el que debe llenar ese vacío. La propiedad, posesión y control de toda la cadena de valor de dos sectores en especial serán la clave de nuestro poderío como nación: el sector energético y la minería.

No es casualidad que nuestras principales dos grandes empresas públicas sean la CFE y PEMEX, ambas del sector energético, lo cual confirma nuestras ventajas competitivas y comparativas dentro de este sector, tanto dentro de México como a nivel mundial. Similarmente, México debe desarrollar fuertes empresas públicas en el sector minero, de lo cual LitioMX ha sido un excelente comienzo, pero este tipo de empresas públicas debe extenderse mínimamente a la producción de oro y plata (especialmente para respaldar al peso mexicano), así como cobre y aluminio por su disponibilidad y valor estratégico industrial.

La riqueza de nuestro subsuelo ha sido históricamente un gran activo de nuestro país. Recordemos que el auge económico de la Nueva España se basó en la minería, lo cual sostuvo la economía colonial durante tres siglos, así como durante prácticamente todo el siglo XIX e inicios del XX. También recordemos que los hidrocarburos fueron el motor de la economía mexicana a partir de la década de los 1940, con lo que además se pudo financiar más de setenta años de desarrollo social y económico en nuestro país, especialmente durante el periodo de mayor crecimiento económico de la historia del México independiente (1950-1970).

Recordemos además que cuando el sector energético derramó más recursos a la economía nacional y al erario, fue justamente cuando el aprovechamiento de los hidrocarburos no se limitó a la extracción de crudo, sino que abarcó su transformación industrial por medio de nuestras refinerías y de nuestros complejos petroquímicos.

Inversamente, el declive de nuestra economía y de nuestro ritmo observado de desarrollo justamente coincide con el declive de la transformación industrial de nuestros hidrocarburos experimentado a partir de la década de los 1990, lo cual dejó un boquete financiero a nuestras finanzas públicas y acompañó al proceso de desindustrialización de nuestra economía inducido por las políticas neoliberales planteadas desde los 1980 y que fueron implementadas a fondo a partir de 1994.

Por ello, uno de los mayores retos económicos del próximo gobierno será la creación de empresas públicas, público-privadas, privadas y cooperativas de producción en los sectores más estratégicos -y no poner todas nuestras esperanzas en el nearshoring, que tan solo es más maquila. Sin una fuerte industria nacional tal que aumente la oferta agregada de nuestra economía con capital mexicano, el actual fortalecimiento de la demanda irá acumulando presiones inflacionarias debido a un desbalance oferta-demanda, lo que además irá aumentando el déficit comercial. Por ello, urge una política industrial seria en este país.

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2 respuestas

  1. Muy atinado este artículo, soy profesora de el colef en tijuana y he sostenido que la nueva re localización industrial en curso es en realidad el nearshoring 2.0, que será más de lo mismo sino planteamos cambios estructurales en diversos ámbitos: educación -investigación, formación de empresarios reales, una intervención fuerte del Estado para empezar a desarrollar esas industrias estratégicas para sustituir importaciones, no queda más que seguir insistiendo!

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