«Sin depresión no hay vida», Narrativa de un Psicólogo- Clínico Francisco Landa Reyes desde su experiencia y vivencia.
Sin depresión no hay vida”, me dice una morrita de 14 años quien se realiza ‘cutting’ y había planeado desvivirse.
No, la frase no se reduce a su literalidad, es un resumen de un largo camino.
Nos ha costado meses de paciencia, silencios, humor, ternura, intentos de colaboración con su escuela que no siempre han sido fáciles.
Le ha llevado tiempo poder nombrar su depresión, no solo vivirla. No solo compartirla con su vínculo adolescente más cercano. Decirla como su nudo con permanecer viva.
«Sin depresión no hay vida» es su forma de decir que estar muy triste, sensible, rasgarse la epidermis con la navaja de un sacapuntas, es a veces la única manera de sentirse a sí misma en un entorno familiar y escolar donde los ‘grandes’ se ocupan tanto de trabajar, resolver sus problemas, confrontarse entre sí, imponer disciplina, conservar la chamba, etc, que terminan por empobrecer su encuentro con ella, Tanto que a veces se siente anulada.
Siendo una mujer tan joven resulta bien difícil hacer trazos en este mundo adultista donde no se reconocen verdaderamente tus necesidades y tus sueños. O simplemente no te sientes escuchada, mirada a los ojos, sentida en el alma. Papá nunca estuvo, mamá hace lo mejor que puede junto a su nueva pareja, pero siempre está rebasada. Maestras y psicóloga escolar se acercan afectivamente, pero al ciclo siguiente ya no están.
A veces, tras muchos intentos fallidos, se puede renunciar a hacerse oír. Una se repliega en sus pensamientos, sensaciones, mundos internos.
Y entonces… la depresión es vivir.
La escuela quiere soluciones rápidas: terapia conductual, fármacos. Que ya esté bien, si no, no la recibimos más.
Ser psicoanalista de adolescentes es andar con ellos la cuerda floja: no podemos prometer, dar soluciones tajantes, entrenar conductas exitosas. Vamos al paso de la morra o morro, escuchando en las pausas su corazón. Sentándonos a su lado en su dolor. Hablamos también con sus padres, intentamos también escucharles y entenderles con la mayor comprensión. Las cosas van mejorando porque hacemos una red afectiva con ellos. Una red de palabras que poco a poco permite sostener otras cosas, otras formas de vivir.
Ayer ella me mostró por primera vez sus dibujos. Con herramientas digitales básicas logra ilustraciones de nivel muy complejo artísticamente. Realmente es muy buena. Pero más allá de eso, en esos dibujos de personajes y paisajes tipo manga su depresión- vida ya se asoma al mundo. Empieza a comunicar esa maravilla adolescente que es la proclama de no-normalidad.
No es que literalmente sin depresión no haya vida. Es que una depresión escuchada y acompañada puede ser una ventana a la vida. Y un capítulo hacia una mejor.
FL, colaboración para La Causa de lxs Niñxs
Escrito por Francisco Landa Reyes
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