La Geopolítica del lavado de dinero.- Escrito por Sergio O. Saldaña Zorrilla.
La avaricia, esa ambición a niveles excesivos, es algo normal de la Cultura, tanto de Oriente como de Occidente. El enriquecimiento a niveles fantásticos posee incluso una connotación épica desde nuestros mitos fundacionales, desde el Poema de Gilgamesh hasta la Teogonía, en la literatura universal desde el Mio Cid, Alí Babá y hasta los cuentos de hadas. Así pues, existe una normalización de la avaricia per se.
Más allá, la evasión de impuestos representa una fase superior de la avaricia, misma que Diego Ruzzarin sintetiza formidablemente en un twitt al decir que “Si Bruce Wayne y su familia hubieran pagado sus impuestos, seguramente Bruce no habría tenido que convertirse en Batman” [1]. Así pues, hoy en día la normalización de la inequidad y de la evasión de impuestos están presentes hasta en la industria del cómic. Ciudad Gótica no es más que la alegoría de una sociedad capitalista salvaje, en la que hay una intencionalidad hollywoodense por justificar ese pacto social distorsionado hasta niveles en los que hay tanta falta de oportunidades sociales, combinado con una élite que concentra la riqueza de la sociedad, tal que el crimen se desborda y el mundo necesita de un héroe justiciero. Pero en realidad ese héroe es moralmente oneroso; ontológicamente innecesario.
La avaricia extrema se encuentra en todo el planeta, alcanzando niveles prácticamente universales en nuestro tiempo gracias a la cultura del Instagram y del TikTok, que han despertado la ambición por la ostentosidad hasta del individuo más modesto del planeta.
Así pues, la actual avaricia tiene bajo estrés al planeta entero La acumulación a toda costa lleva implícita una creciente presión productiva, tanto lícita como ilícita.
Quizás uno no debería estar tan en contra de la avaricia lícita en tanto se conduzca dentro de los límites de la sustentabilidad del uso de los recursos del planeta, así como de la justicia social y la equidad. En cambio, en donde sí deberíamos estar marcadamente en contra es en las actividades ilícitas, cuya columna vertebral es un complejo y arraigado sistema financiero internacional que posibilita, entre otras actividades, el lavado de dinero. Se trata de una relación simbiótica llena de complicidades e hipocresías discursivas.
El gran sostén del lavado de dinero a nivel global son los países desarrollados. La agilidad con que operan despachos de lavado como Mosack Fonseca en paraísos fiscales como Panamá no se entendería sin la complicidad del sistema internacional de pagos. Este lavado de dinero alimenta los flujos de dinero de las principales economías globales. Su detección es cosa sencilla para ellos si ellos quisieran en verdad combatirlo.
Si consideramos que el control del sistema de pagos internacional se hace de forma dispersa pero complementaria desde la Reserva del Tesoro de los EUA, desde el Fondo Monetario Internacional, desde la U.S. Securities Commission y desde los órganos de vigilancia del Banco Central Europeo, si quisieran, estas operaciones serían fácilmente interceptadas. Incluso el Grupo de Acción Financiera Internacional del G-7 (GAFI), así como la Office for Foreign Assets Control (OFAC) del gobierno de los EUA tienen excelentes mecanismos de investigación y cooperación internacional para prevenir e identificar oportunamente operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Pero el lavado de dinero representa una enorme entrada de divisas para una élite dentro de las grandes potencias.
En palabras de Roberto Saviano, existe una enorme hipocresía en el primer mundo, pues cada potencia tiene su propia caja fuerte de lavado de dinero: España tiene a Andorra, Alemania a Liechtenstein, Francia a Luxemburgo, Gran Bretaña a Gibraltar, Malta y las Bahamas, Suiza tiene… ¡a toda Suiza! (quizás por eso Suiza decidió no entrar a la Unión Europea, pues su adhesión les habría obligado a sujetarse a las regulaciones de la Unión Europea).
Pero la Gran Bretaña, añade Saviano, se dio cuenta del enorme negocio del que se estaba quedando fuera por la camisa de fuerza que les imponía ser miembro de la Unión Europea, dado el enorme potencial de The City de Londres para convertirse en un gran centro off-shore. Por eso decidieron salirse de la Unión Europea mediante el llamado Brexit –en el que ganó el SÍ (con amplias sospechas de fraude electoral).
En palabras de Saviano (2017):
“El Reino Unido es sin duda el país más corrupto del mundo, no en términos políticos o delincuenciales [comunes], pero sí cuando hablamos de blanqueo de dinero…”. “Ningún inglés siente que viva en el país más corrupto del mundo porque no puede sobornar a un policía o a un político, pero no saben que su sistema financiero está totalmente corrompido…”. “No hay control sobre el flujo de capitales…”. “principalmente vía Gibraltar, Malta o Jersey…”. “Panamá se vengó tras la filtración de los Panama Papers al publicar nombres relacionados con Londres”.
Así pues, el primer mundo es sostén de buena parte del lavado de dinero en el mundo, e indirectamente entonces también tendría responsabilidad sobre las actividades ilícitas que le sostienen, que además son inmorales, pues con el lavado de dinero en sus paraísos fiscales se fortalecen los grandes crímenes del tercer mundo, como el narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el tráfico de órganos, de blancas, así como terrorismo e incluso golpes de Estado en naciones enemigas de las potencias[2]; también se financian actividades delincuenciales en donde interactúan el primer con el tercer mundo, como la distribución de estupefacientes, apuestas ilegales, prostitución a gran escala, pornografía y prostitución infantil, entre otros.
Concluyo afirmando que…
Las responsabilidades –morales y legales- del lavado de dinero recaen en toda una cadena de actores, que arrancan en el ciudadano común guiado por su avaricia, pasando por sus respectivos sistemas tributarios, poder judicial, contadores, clase política, banca privada, sistema internacional de pagos, gobiernos de las potencias mundiales y todo el sistema financiero internacional. Llevar a prisión a un narcotraficante, a un político o a un corredor financiero es sólo un paliativo de justicia selectiva para calmar a la opinión pública, mientras que el verdadero sistema se mantiene intacto.
[1] Twitt del 6 de noviembre de 2020. Cuenta @DiegoRuzzarin.
[2] En cuyo último caso quizás se justifiquen y legitimen ante sus respectivos pueblos, pues esas intervenciones extranjeras son factores que permiten a los ciudadanos de esos países gozar del nivel de vida superior que tienen, debido al financiamiento que esa intervención causa a sus gobiernos y empresas. Lo mismo sucedió con la justificación moral de la piratería inglesa de los siglos XVII y XVIII, que permitió la transferencia de riqueza del Sur (España y Portugal) al Norte de Europa (Inglaterra y Holanda, principalmente), lo cual permitió, entre otras cosas, financiar la industrialización de Inglaterra y a la postre las expediciones coloniales en América, África, Asia, Oceanía y la Antártida, por lo que prevalece el apoyo de los nacionales de esos países a las intervenciones de sus gobiernos.
- Doctor en Economía por la Universidad de Ciencias Económicas de Viena, Austria, se ha desempeñado como Subsecretario de Energía, economista de la CEPAL (ONU), investigador en IIASA (Austria), en la Universidad de Oxford (Inglaterra) y en la UNAM (México).
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